Lars Von Trier es el director de la película llamada “Anticristo”.
Suponer que la película retrata una visión religiosa del tema seria un error puesto que la película profundiza, a diferencia de toda religión, en la naturaleza salvaje del ser humano. No se trata solamente de exponer las brutalidades de la gente y mostrar en cámara, por ejemplo, el golpe con un madero en el pene de la pareja terapeuta y su posterior masturbación escupiendo sangre. O el corte del clítoris de una mujer desesperada y enfundada en la nueva secta de hermanas de la naturaleza. Se trata más bien de una exposición sensible de aquel reino caótico y salvaje que vive en el corazón de todos nosotros, de una especie de alteración del orden cristiano al cual nos han sumergido para caer derechamente en nuestra propia brutalidad.
(Sentado en el sillón a las 2 de la mañana mi amiga tauro me dice que no entiende aquella dificultad de los hombres por expresar sus sentimientos. Yo le explico que a veces los hombres tenemos claro todo lo que consiste en conceptos e ideas racionales pero cuando nos llega la hora de escuchar el corazón lo hacemos, pero simplemente no sabemos descifrarlo. Y es como si nos transformásemos en niños desorientados que no saben, no entienden, lo que quieren. Y cuando hablo de un niño, hablo de uno perdido en las espesuras de un bosque que parece demasiado infinito para la razón porfiada, que gusta de levantar altos edificios e imprimir billetes por montones a cambio de regalías e impuestos que son transformados en vacio, etéreo suspiro de añoranza de algo que ya no recordamos que es. Mi amiga tauro me mira y yo recuerdo a Lars Von Trier, tratando de armar una metáfora de esta discusión-debate, tratando de asociar al anticristo como aquella imagen caótica que nos invade cada cierto tiempo para desnudarnos y entregarnos a la vida con una llaga que parece bendición y maldición al mismo tiempo. El estigma del anatema. Quizá Lars Von trier se refiere al anticristo no como un personaje palpable, caricaturizable, sino como una nebulosa eléctrica que se encarama en las neuronas, como una pulsación incoherente o demasiado compleja para ser desbaratada por las notables redes de protección de la mente. Especialmente la mente de un hombre)
La constante de la película es la naturaleza. Se invade la pantalla con animales macabros. Un cuervo acusador que nunca dejar de emitir su noctambulo canto. Un zorro que habla y propone la redención total del mundo a través del caos. Un ciervo hembra que lleva colgando de su vulva la muerte de una de sus crías. Todos animales simbólicos, arquetipos de la pareja y de su relación malograda producto de la muerte trágica y sangrienta de el hijo: Mientras ellos follan increíblemente excitados, el niño se escapa de la cuna y explora la casa en compañía de su oso, tanto o mas tierno que el. El niño escala hasta la ventana y ambos caen sin atención alguna al helado pavimento, mezclando la sangre con la nieve blanca y pura de ese día lleno de euforia. Penetraciones sagradas y revoltijos caseros envueltos en aromas de perfumes derramados por el sexo.
De allí en adelante el hombre-racional-terapeuta guía (“Guía”) a su mujer a través del encuentro con la sombra. Planifica el viaje por el que ella deberá transitar para enfrentarse al monstruo sagrado que la carcome. Ella lleva la culpa salvaje y no se perdona. Por tanto no perdona a nadie. Ella es simplemente emoción y caos guiados por la ciega razón del hombre que dice amarla pero que en realidad la va destruyendo poco a poco. El la guía hacia su monstruo que espera con sus fauces abiertas.
(Mi amiga tauro me contiene y me explica que debo explorar mi corazón. Haber perdido hace ya un tiempo a mi madre no es cosa que deba pasarse por alto. Ella sabe bien lo que dice porque me escucha con atención cuando menciono que el dolor no me carcome sino que me golpea como un mazo para dejarme desorientado. Sé ahora que mi madre encubierta tras mi sombra fue simplemente un atentado fugaz de mis propias maquinaciones y paranoias. Claro queda -Y ella me mira- que mi madre es inocente de todos los crímenes cometidos. No hay crímenes. Solo infinidad de espejos que rebotan entre sí para demostrar que las raíces de todo mal radican en el salvajismo mal mirado y no comprendido. Mi amiga me consuela, me explica, me insta a mirar hacia otros caminos pero siempre me regresa al corazón. Toda mujer que conozcas en la vida puede devolverte siempre a la ruta perdida. No preguntes porque.)
El hijo muerto puede ser también el Anticristo (Esta es una de las tantas variables de la película de Lars Von Trier). No por misterio la mujer acostumbraba colocar los zapatos al revés al niño. Un odio, una despreocupación deseada y quizá una muerte anunciada. La naturaleza de la mujer es salvaje. Las mujeres nunca han sido dueñas de sus cuerpos, nos los pueden controlar, son el caos. Ella lo dice desde su trance y salvajismo. Pero el caos es la faceta que Lars Von trier trata de exponer una y otra vez en la película. Caos es cuando la mujer-naturaleza-poseída clava en una de las piernas de su marido-terapeuta-guía una enorme rueda, como tratando de anclarlo a la realidad. Al dolor profundo de la pérdida de un hijo pero por sobre todo al dolor que produce aceptar que no se le ama en lo absoluto. De hacerle entender al hombre que no todo es solucionable canalizando el dolor a través de caminos psicoanalistas. El hombre debe sufrir. No superarse a si mimo. O mejor aún: Su superación es comprender que sufre.
La sociedad ha enseñado a todas las madres a amar a sus hijos. Pero esto es solo un concepto. Una madre tiene también el derecho de odiarlo y temerle. De desear mejor que todos su muerte y ser incluso participe de su asesinato.
¿Y nosotros nos espantamos por esto?
La naturaleza es la naturaleza. El zorro tenebroso dice “Reina el caos”. Esto es la anarquía total de los dioses, de las creencias y del intelecto. Todos los intentos por entender abortados. No nacer es una opción valida e impedirlo también. Un ejército de mujeres que no quiere ser madre. Que no aman su clítoris. Que no aman sus senos. Mujeres construidas a la imagen y semejanza de todos los hombres.
(Mi amiga tauro come su pizza con ternura exquisita. Me pregunta mil veces si quiero algo más. Yo enmohecido en el sillón me voy cobijando lentamente en la sensibilidad femenina. Me dan ganas de llorar pero me contengo. Finjo no tener lágrimas.)
Lars Von Trier sabe bien lo que dice. Dice Anticristo. Una de sus películas mas tristes y épicas. Que habla precisamente de la lucha eterna entre mujeres y hombres. Habla del Anticristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario